En 1917, Elsie Wright y su prima Frances Griffiths declararon haber visto hadas en su casa de Cottingley, en el condado inglés de Yorkshire. En 1920, el escritor Sir Arthur Conan Doyle publicó un artículo en la revista Strand sobre las fotografías de las hadas tomadas por las dos chicas. Muchas personas, algunos pensadores respetables incluidos, creían en los espíritus de la naturaleza; pero no faltaron las críticas despectivas de algunos escépticos.
Nadie pudo demostrar nada concluyente hasta que las primas (unas viejecitas por ese entonces) reconocieron haber falsificado cuatro de las cinco fotografías; muchos opinan que la otra foto también era una falsificación. Elsie llegó a declarar que, de hecho, ella no había creído nunca en las hadas. Sin embargo, la reputación de Frances, que se convirtió en una eficiente matrona de una escuela de chicos, le presumía una total honestidad; cuando murió, su hija la describió como una mujer incapaz de mentir.
La aparición de Cottingley fue documentada por Joe Cooper en 1997, en El caso de las hadas de Cottingley, y se convirtió en la película Fairy Story. Pero ¿realmente hubo hadas en Cottingley? De ser así, tendrían que seguir allí, accesibles para cualquiera que tuviese el corazón y la mirada tan puros como un niño.
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