Las diferentes clases del pueblo de las hadas siempre han adoptado formas, tamaños y apariencias variables, desde una leve figurilla del tamaño de un dedo meñique, hasta un viejo robusto del tamaño de un bebé. Los Sidhe, la clase alta de Irlanda y las Highlands escosesas, y los Tylwyth Teg de Gales pueden parecer altos como la proyección de una sombra -algunos dicen que alcanzan los dos metros- y poseen una belleza sin par, acorde con el miedo que infunden. Los elfos escandinavos, y las tentadoras mujeres de los lagos y los bosques, poseen la talla de un humano, ideal para relacionarse con los mortales. Pueden parecerse a las lánguidas doncellas medievales, de los pintores prerrafaelistas, que suelen aparecer recostadas sobre una roca o alrededor de los árboles, sin apenas vestiduras y acechando a algún caballero a quien hechizar.
sábado, 22 de mayo de 2010
El pueblo de las hadas
Las hadas, como solemos pensar, son criaturas delicadas y diminutas. Pero los cuentos no siempre reflejan esta imagen. Las hadas de la cultura popular son más siniestras, con poderes sobre la raza humana y las fuerzas de la naturaleza. Muchas hadas combinan una naturaleza caprichosa con la capacidad para cambiar rápidamente de tamaño y de figura. Como escribió Yeats, estos seres "que no pertenecen al cielo sino a la tierra[...] carecen de forma propia y cambian según su voluntad o parecer". Un astuto hombrecillo informa a un testigo irlandés: "Soy más grande de lo que parezco. Podemos convertir en joven lo viejo, en grande lo pequeño, en pequeño lo grande".
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